
Desde hace 45 años se dedica a vender estos tradicionales antojitos invernales
Doña Rita Valverde es una mujer de esas que llaman “luchonas”, vende atole y gorditas desde hace 45 años en la misma colonia en Culiacán. Cuando era aún muy joven, su mamá la enseñó a preparar gorditas y atole de pinole. Rita recuerda que allá en Elota ayudaba a su mamá con los quehaceres del hogar y que el premio para los niños que ayudaban era una rica taza de atole acompañada con sus gorditas de maíz.
“Allá en el rancho uno era feliz, cuando mis hermanos y yo hacíamos lo que nos tocaba en la casa, mi amá nos hacía atole y gorditas hinchadas. Ese era el premio por ser buenos niños”, dice con alegría.
También recuerda que fue precisamente su mamá, quien la introdujo en el mundo de la cocina y le dio la receta secreta de la familia para que las gorditas y el atole de pinole salgan en su punto.
En entrevista nos platicó que cuando era jovencita renegaba de tener que hacer estos antojitos, pero al pasar el tiempo y venir a vivir a Culiacán entendió que una manera de ganarse la vida durante la época decembrina es vendiendo sus gorditas o “sapitos” como los llama.
“Cuando me junté con el hombre nos venimos a vivir aquí a Culiacán y la vida no es igual, oiga, que en el rancho, el dinero no alcanzaba y una vecina me dijo que por qué no ponía un negocito, así que me acordé que yo sé hacer los sapitos y el atole y que me pongo. Eso que le digo fue hace 45 años y aquí seguimos”, dice con orgullo y la esperanza de que el tiempo sea generoso a su paso.
Asegura que mientras haya vida existe el anhelo de salir adelante, así tal y como ella lo hizo para darle un plato de comida a sus cinco hijos; porque recuerda que estas fechas de diciembre la economía decaía en su hogar cuando su esposo trabajaba en un expendio de helados, por lo que no llegaba mucho dinero a casa y tenía que hacer “malabares” para sacar el gasto diario.
Pero la fortuna le sonrió cuando en lugar de lamentarse por la situación económica puso manos en la masa y empezó a hacer sus “sapitos”; los que sigue vendiendo en las afueras del DIF de la CNOP desde aquellos sus años mozos.
“Siempre, cada diciembre me vengo a esta esquina aquí afuera del DIF desde muy tempranito a las seis de la mañana ya estoy vendiendo y vendo mucho porque la gente regresa muy seguido gracias a Dios”, dice satisfecha de tener a sus clientes.
Doña Rita es un ejemplo de constancia en la CNOP y sus alrededores, asegura que en esa esquina le tocó ver a niños que ahora llevan a sus hijos a comprar sus ricas gorditas y es que además de vender gorditas y atole, Rita vende recuerdos y el testimonio de que con un trabajo honrado se puede sacar adelante a una familia.
Ahí, ella es el ejemplo.